Como pasa el tiempo, un año más y hemos vuelto a Huerta del Rey. Lo que el año pasado fue el descubrimiento de una peña genial, La Lagartija; este año ha sido el placer del reencuentro con toda esta gente que, como el que más, tenían ganas de pasarlo muy bien en las fiestas de su localidad.
Alguno y alguna lo habían pasado tan bien la noche anterior que se les olvidó que habían quedado con la charanga por la mañana para ir de vermouth. Así que esperamos tan ricamente con las cuatro parejillas que se animaron a “madrugar”, mientras charlábamos y tomábamos cerveza.
Según pasa el tiempo y voy conviviendo más con esta charanga, empiezo a admirar ciertas cualidades (bajo mi punto de vista) que no sólo son inherentes a Los Chones sino que por su grandeza y generosidad hacen extensible a las peñas o cuadrillas a las que acompañan.
Por citar alguna, por ejemplo la cualidad “Me la suda”. Dícese de la actitud de un individuo o colectivo que frente a las modas, usos y/o costumbres de una mayoría; utilizan la tangente para hacer lo que le sale de los mismísimos.
Citamos un ejemplo: Todas las charangas una a una interpretando corridos mexicanos, cada cual más bonito y mejor orquestado, acompañadas por su correspondientes peñas y preparados para desfilar por la misma calle. Todo el mundo menos La Lagartija y su charanga Los Chones. De pronto, el silencio. Las cuatro parejillas nos miran con ojillos resacosos que insinúan “no nos hagáis bailar, por favor”, Los Chones tocan La casita de papel y la peña pasa del desfile mientras esperan al resto de integrantes de la peña.
Por supuesto que hubo desfile, pero a nuestro rollo y al son que marcaba nuestra peña. Nos marcamos alguna cancioncilla con nuestros amigos “Los sobrinos del Cid” y a seguir con lo nuestro.
La comida en el local de la peña, pues como el año pasado, muy amena. No dio tiempo a sobremesa porque a las 17 horas eran los toros y no había que perder el sitio. Vuelta al ruedo al llegar a la plaza y un calvario para encontrar un sitio para sentarse.
De la corrida de toros no me enteré mucho, estuve más pendiente del cachondeo, las canciones, la cerveza... en fin, todo lo que conlleva una corrida de toros en Huerta del Rey.
No me extiendo más, la bajada de los toros estuvo muy bien, cantamos y bailamos (también bebimos) y la peña (que es lo que importa) acabo contenta. Como todas las despedidas son emotivas, nos fundimos en algún apretón de manos, abrazos, besos, etc. Nos invitaban a dormir esa noche, pero un músico se debe a sus obligaciones y nuestra mente estaba ya en el día siguiente; las fiestas de Medina de Pomar.
ASISTENTES:Samuel (saxo alto), Eduardo (trompeta), Ramón (trompeta), Ruba (caja), Tobes (bombo) y Mariano (trombón).